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Llamamiento a la pléyade de este país

Esto es un llamamiento a la pléyade de este país:

Estoy hasta los mismísimos de ver que por la calle la gente camina derrochando felicidad por el mero hecho de saber que el principito se nos casa. ¿No es como el mundo al revés?.
Seamos coherentes y hagamos un análisis objetivo de este notición.
1- Es un tío de carne y hueso al que la suerte le ha sonreído. No olvidemos que está donde está por uno de esos caprichos históricos a los que uno nunca se acaba de acostumbrar. Posiblemente en el siglo XVII, tener un rey podría estar hasta cierto punto justificado. Pero me apuesto el cuello al que el tipo que tuvo la brillante idea de colocar a los Borbones en el trono está criando malvas en algún mausoleo que te cagas.
Por tanto no encuentro sentido a que está familia real siga aferrada a la poltrona, blandiendo el escudo de una supuesta legitimidad perdida ya hace algunos siglos.
2- Es una horterada sin parangón emocionarse por una boda que tu pagas y a la que jamás de los jamases te van a invitar. Quiero recordar que no se trata de una boda de entremeses congelados, langostinos rancios y cordero avejentado. Aquí la peña no se priva de nada. Estos van a lo grande. Y no me extraña, teniendo en cuenta que ellos no van a poner un puñetero céntimo de su bolsillo. Así yo también me hago rico.
3- El día de la boda se creará un colapso general en todos los rincones del país, especialmente en Madrid lugar en el que se celebrará tan insigne acto.
La gente cogerá el coche para ir a donde le salga de las pelotas, pero como todo va a estar cortado tendrá que joderse y volverse a su casa o deberá dar un rodeo del copón. Por cierto, la gasolina que gastarás en esta odisea asfáltica no te la abona la casa real. Y la úlcera que te ha creado la mala ostia que se te ha puesto es intransferible, es decir, no le puedes pasar un trocito a sus majestades, es toda tuyita tuya.
4- No debemos olvidar que la casita en la que cohabitarán los futuros consortes, no es un pisito de 75 m2 en el que hay que entrar en la cocina por turnos. Se trata de una enorme masa de ladrillos llamada palacio, que por cierto también hemos pagado todos religiosamente y sin rechistar.
No podemos obviar el hecho de que esta categoría de seres humanos está incapacitada para el uso del transporte público. No les pagamos un bonobús, les pagamos un billete de avión y de viajar en corsas nada, sus reales posaderas necesitan como mínimo un mercedes gama alta para poder trasladarse en plenas condiciones.
5- Y a ver si de una puñetera vez la gente se da cuenta de que lo de la sangre azul es un cuento chino. Su sangre es roja como la tuya y la mía, de lo contrarío no serían reyes serían un boli bic.

Pero si recapacitamos un momento llegaremos a la conclusión de que la culpa no es de la realeza, sino de la enorme masa de idiotas que se emociona, vitorea y aplaude cada uno de sus gestos. Por tanto que a todos estos elementos de conciencia limitada y catetismo supino: LES DEN POR EL CULO.

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